Palmeras

Las más elegantes plantas de interior son, sin duda, las palmeras. Casi podríamos decir que «resultan» mejor en el foyer de un gran hotel —con el tecleo de fondo de un pianista y los clientes bebiendo café en tazas de porcelana china— que en las selvas donde crecen. Pero si las palmeras «se llevan bien» con la formal elegancia del siglo XIX, igualmente se adaptan a los esquemas del diseño más modernos. En resumen, después de un largo período en el que estuvieron de moda, la demanda de estas plantas ha aumentado prodigiosamente en estos últimos años.

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Cuidado de las palmeras

Por desgracia, la mayoría de ellas son de crecimiento relativamente lento y los cultivadores no han conseguido salir al paso de la demanda de las variedades más grandes, con lo que los precios siguen siendo elevados.

Por otra parte, las palmeras suelen ser plantas bastante tolerantes que no precisan de mucha atención. Aunque procedan de lugares soleados, a la mayoría de ellas —Howeias en particular— no les perjudica la sombra, si bien crecen mejor en una ventana o cerca de ella.

Resisten además las temperaturas invernales de hasta 7°C, e incluso menos en algunos casos. No crecen mucho en los inviernos sombríos y tampoco necesitan mucha ayuda en esa época, aunque sus raíces deben mantenerse húmedas.

En cambio, en primavera y verano deben ser regadas y alimentadas a menudo, más o menos una vez al mes. A todas les favorece una atmósfera húmeda; hay que pulverizar sus hojas regularmente.

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Las palmeras se desarrollan bastante bien en macetas que, a primera vista, podrían parecer pequeñas para su tamaño y no necesitan ser trasplantadas fuera del tiesto quizá cada tres años en los especímenes grandes y más a menudo si se trata de plantas más jóvenes que crecen vigorosamente.

No conviene emplear una mezcla de cultivo demasiado rica: es mejor un tipo turboso, preferiblemente con arena para mojar el drenaje. La mezcla debe quedar bien apretada en la maceta.

Aunque hay muchas especies de palmeras adecuadas para la casa o para el invernadero, el margen de elección no es amplio para la mayoría de los aficionados. No obstante, gracias al renovado interés por estas plantas, algunos cultivadores han introducido variedades nuevas y poco corrientes.

Además, muchas veces es posible conseguir semillas de los tipos más raros en algunas tiendas especializadas. Donde mejor germinan es en un propagador; con la debidas condiciones de humedad y calor —24°C si es posible—, lo hacen en cuatro o seis semanas.

Las palmeras que no son tales

Existe un gran número de plantas que no tienen derecho, desde el punto de vista de la botánica, a ser denominadas palmeras, pero que se conocen así por la sencilla razón de parecerse en cierto modo a ellas.

Dracaena marginata

Con su elegante tronco anillado coronado por un racimo de hojas finas y apuntadas, por ejemplo, una madura se parece más a las palmeras de las islas desérticas que a la mayoría de las palmeras que se cultivan en interiores. La razón es, desde luego, que éstas últimas carecen prácticamente de tronco en las dimensiones que se ven normalmente en interiores.

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Lo mismo que las hermosas palmeras, estas «impostoras» poseen una gran belleza que atrae especialmente a la mentalidad arquitectónica. Parecen conducirse a si mismas hacia los severos contornos y esquemas de color de los edificios modernos. Algunas Dracaenas resultan particularmente útiles en este contexto.

Mientras que la mayoría de las plantas de interior poseen escaso atractivo una vez que se han desprendido de sus hojas inferiores, muchas Dracaenas adquieren una nueva elegancia cuando solamente conservan un racimo de hojas en el ápice y dejan ver su atractivo tronco.

En este sentido, D. marginata constituye uno de los mejores ejemplos y presenta un aspecto fascinantemente exótico se se le corta el punto de crecimiento para provocar el desarrollo de varias cabezas que, a su vez, darán lugar a muchas otras. Dracaenafragans (y sus muchas variedades) y D. draco (el drago) son similares, pero su aspecto es mucho más robusto.

En este grupo de plantas de interior que recuerdan a las palmeras se incluye una variada colección de especies originarias de muchas partes del mundo, pero el género Dracaena es quizá el que está mejor representado, conjuntamente con el Cordyline. (De hecho, ambos están tan relacionados que sus nombres son utilizados casi indistintamente por algunos cultivadores y viveristas). Hay otros tipos de plantas palmiformes, pero las que citamos aquí son las más importantes para los cultivadores de interior.

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